Olivia Paredes
Una de las ventajas que tienen los estudiantes de la Licenciatura en Enfermería del campus Navojoa es el acceso a un laboratorio de simulación donde pueden equivocarse y aprender de sus errores; aunque las simulaciones no sustituyen el campo clínico, sirven como puente entre lo ficticio y la realidad, precisó la académica Claudia Cecilia Nieblas Moroyoqui.
La docente de la Unidad Regional Sur (URS) de la Universidad de Sonora detalló que los estudiantes de sexto semestre, quienes por el periodo de pandemia estuvieron menos tiempo en los laboratorios de práctica, participaron en un taller extracurricular sobre cuidados intensivos y atención a enfermedades cardiacas.
“Este taller se ha hecho con la finalidad de que los alumnos de sexto, que son los que tenemos más avanzados, puedan reforzar las habilidades adquiridas en semestres pasados; ellos al siguiente semestre ya entran al campo clínico, es decir, estarán haciendo prácticas en hospitales, después de dos años de pandemia.
“Entonces ellos ya no van a tener la práctica en laboratorios y esta fue una oportunidad de aprovechar las instalaciones que tenemos en el campus y el recurso humano, que somos los docentes, para reforzar esas habilidades en cuidado crítico de un paciente. Nos hemos enfocado en la atención a enfermedades cardiacas, especialmente en reforzar el código azul, que es la atención a paro cardiorrespiratorio”, explicó.
Nieblas Moroyoqui señaló que los jóvenes tuvieron durante los primeros tres días de la semana las herramientas teóricas, para luego poner en práctica los conocimientos adquiridos en un escenario de simulación completo de una sala de emergencias, para lo cual se utilizaron maniquíes de mediana fidelidad.
“Practicaron compresiones con simuladores de torso y ventilación, que es el código azul; vimos interpretación de electro, uso del desfibrilador, composición del carro rojo de emergencia y las principales cardiopatías.
“Tenemos maniquíes que tienen el tamaño y peso promedio de una persona más o menos unos 70 kilos y además tienen algunas funciones del cuerpo humano: tienen pulso, se pueden canalizar, tomar la presión, hablan, se les escuchan los ruidos cardiacos, respiratorios e intestinales; también se pueden monitorizar y se pueden armar un sinfín de escenarios”, puntualizó.
Sobre la actividad principal, expresó que se simuló una sala de urgencias con un paciente con infarto al miocardio, donde los estudiantes lograron poner en práctica lo aprendido en la teoría como la interpretación de ritmos, uso del desfibrilador, compresiones torácicas efectivas y todo lo que implica la atención a un paro cardiaco o respiratorio.
“Fue muy buena la respuesta por parte de los alumnos, ellos tienen mucha curiosidad de aprender más porque no han tenido esa oportunidad de estar en un espacio clínico como tal y la simulación les da la oportunidad de ellos poder experimentar lo que se siente estar en un espacio real, pero en este caso simulado”, dijo.
La académica reiteró que la ventaja de contar con el laboratorio de simulación, es que las y los alumnos pueden equivocarse y aprender de sus errores, contrario a lo que pueden hacer en el campo real.
“Pero la simulación nunca va a intentar sustituir la práctica de la realidad, pero sí intentamos ser el puente entre lo ficticio y la realidad. La intención es que los alumnos tengan una noción de lo que se vive allá afuera y que cuando ya se encuentren situaciones semejantes de un paro cardiaco o un infarto digan esto ya lo viví en un escenario de simulación, pero ya tengo una noción de qué hacer”, subrayó.
Claudia Cecilia Nieblas Moroyoqui enfatizó que todas las simulaciones son grabadas para que los estudiantes, una vez concluidas las actividades, puedan observar en qué se equivocaron, qué pueden corregir y de qué manera hacerlo.
“El uso de la simulación como herramienta metodológica de la enseñanza es algo innovador para las ciencias de la salud; yo espero que se pueda seguir utilizando en la Unidad Regional Sur y que sea de mucho provecho”, concluyó.