Olivia Paredes
Aunque en su entorno constantemente escuchó el mensaje de que las capacidades de los hombres y mujeres son muy distintas, Guadalupe González Ochoa, nunca dudó en cumplir sus anhelos; y con el apoyo de sus padres, dedicación y esfuerzo se convirtió en profesora, investigadora y divulgadora de la ciencia.
La académica del campus Navojoa, quien cuenta con perfil Prodep y se posiciona en el nivel 1 dentro del Sistema Nacional de Investigadoras e Investigadores (SNII), puntualizó que las aportaciones de mujeres en las ciencias han sido pertinentes, revolucionarios y de gran valor.
“Desde que recuerdo el mundo que me rodea ha dejado claro el mensaje de que las capacidades de los hombres y las mujeres son muy diferentes; recuerdo que, en una ocasión uno de mis maestros dijo que las mujeres no podíamos aspirar a puestos o trabajos importantes porque somos ‘hormonales’.
“Y ese fue uno de tantos comentarios que escuché sobre por qué las mujeres no podían aspirar a nada que no fuera matrimonio y obligaciones propias del hogar, y curiosamente, en mi casa mis padres siempre me apoyar a cumplir mis anhelos. Creo que en general las mujeres pueden participar en cualquier profesión que les interese”, acentuó.
Romper etiquetas
El desafío más importante para consolidad la participación de la mujer en la ciencia, subrayó la coordinadora del posgrado en Ciencias de la Salud del campus Navojoa, radica en romper las etiquetas que la gente impone sobre las mujeres y el deber ser de las mismas.
“Por otro lado, dadas las condiciones actuales, el verdadero reto puede estar en llegar a las niñas y mujeres que tienen miedo de ser ellas mismas, de luchar por cumplir sus anhelos y hacerles ver que el mundo de las ciencias también es para nosotras, y que el conocimiento y la inventiva no tienen género”, enfatizó.
González Ochoa detalló que una de sus motivaciones para dedicarse a la investigación fue conocer a la científica y divulgadora mexicana, Julieta Fierro, quien participó como expositora en un seminario RYLA que se llevó a cabo en el auditorio municipal; y al cual asistió cuando era estudiante de preparatoria.
“Ella atrajo mi atención al mundo de las ciencias por su forma de explicar y demostrar hechos científicos; realizó algunos experimentos o demostraciones en el escenario y yo quedé cautivada, pero no muy convencida de que me dedicaría a lo mismo.
“Tiempo después mis maestros y maestras en la Universidad de orientaron e impulsaron hacia la investigación en áreas de la salud”, narró la también responsable del Laboratorio de Investigación de Microbiología e Inmunología en la Institución.
Los aportes más significativos como académica e investigadora de tiempo completo en la Universidad de Sonora, precisó, han sido en equipo; uno de ellos fue someter una patente de una microalga con efecto antiviral en colaboración con la Universidad Autónoma de Nuevo León; además de estudiar el efecto benéfico de los probióticos contra infecciones virales gastrointestinales.
“Al trabajar con proyectos de investigación se puede encaminar a los estudiantes a realizar prácticas profesionales y una tesis como opción de titulación; es muy gratificante ver como los y las jóvenes entran al mundo de las ciencias, hacen algo de investigación, van adquiriendo habilidades, y capacidad de argumentación y análisis.
“En resumen, da gusto colaborar en la formación de recursos humanos a través de proyectos de investigación; mi consejo para todas las niñas, adolescentes y mujeres que sientan interés en el mundo de las ciencias, es que alimenten ese gusto por el conocimiento. Esa chispa que surge inicialmente es el requisito principal, las demás habilidades se pueden ir puliendo y adquiriendo”, concluyó.