Olivia Paredes
Durante los últimos 40 años y medio de vida, Jorge Guillermo Heiras Cota ha dedicado su tiempo y esfuerzo a transmitir sus conocimientos a miles de jóvenes que decidieron estudiar una carrera en la Unidad Regional Sur (URS) de la Universidad de Sonora; lo más importante y que le llena de felicidad, afirma, es verlos egresar y convertirse en profesionistas de éxito.
Fue el 26 de noviembre de 1979 cuando el ingeniero Heiras, como es conocido entre la comunidad universitaria del campus Navojoa por su especialidad de Ingeniero Químico Industrial, se integró a la máxima casa de estudios de los sonorenses para impartir clases en las primeras aulas prefabricadas, a las cuales apodaron “tostadores” por su cálido ambiente.
Y aunque sus estudios profesionales no se enfocaron directamente en la docencia, asegura que convertirse en académico era algo que ya traía en la sangre, desde sus raíces, pues tanto su madre como dos de sus hermanos mayores se desempeñaban como profesores.
“Esta profesión la traigo genéticamente a través de mi madre, quien fue maestra, y de dos de mis hermanos que también estudiaron para ingresar al magisterio; como soy de los más chicos, siempre veía algo en ellos, como la manera de prepararse antes y la forma de dar las clases.
“Cuando termino mi carrera, empecé a laborar como instructor externo en la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, dando cursos de capacitación en empresas; luego me desempeñé como director en Canacintra, donde también capacitaba a trabajadores, grupos de personas mayores y mediana edad, que buscaba estar todavía más preparada”, relata.
El académico del Departamento de Física, Matemáticas e Ingeniería en la URS recuerda que parte de su trayectoria la desarrolló como profesor de preparatoria en el subsistema Conalep, así como en el Instituto Tecnológico de Sonora (Itson), hasta que llegó a Navojoa una extensión de la Alma Máter.
“Cuando llega la Unison aquí, me invitaron para ver si quería ser parte de la planta docente y encantado, inmediatamente me incorporé; tría la docencia genéticamente, porque siempre me ha gustado enseñar lo que sé, no soy celoso del conocimiento, me gusta transmitirlo, que la gente aprenda, porque ver resultados en las personas es una gran satisfacción”, acentúa.
Heiras Cota detalla que desde su llegada a la Universidad de Sonora a la fecha han ocurrido hechos que dejan huella en su persona, desde el crecimiento de la institución en infraestructura, hasta los cambios en los métodos y herramientas de enseñanza; sin embargo, destaca que en el rubro de la convivencia hay una característica que él nunca modificará: la dinámica de ganarse la confianza de los estudiantes sin perder el debido respeto.
“Gracias a Dios que me ha dado salud y a la institución que me permite seguir aquí, sigo siendo constante en no fallar a las clases; los muchachos vienen de preparatoria muy acelerados, pero yo hago una dinámica para conocerlos y hacerles saber que pueden confiar en mí como su maestro, siempre con respeto. La experiencia y el tiempo me va diciendo cómo manejar las situaciones”, señala.
Un acontecimiento importante que el académico destaca es el crecimiento del campus Navojoa, no solamente en cuestión de aulas, laboratorios o talleres, sino también respecto a los programas educativos que son cada vez de mayor calidad y favorecen a los egresados para obtener mejores oportunidades laborales.
“Solamente la gente que conoce la historia sobre cómo nació la Universidad, logra ver lo que es ahora nuestra Alma Máter; aquí vienen personas después de 30 años de haber egresado y nos dicen ‘¡cómo ha cambiado esto!’; a mi me ha impactado mucho porque he estado aquí, viendo ladrillo por ladrillo como va creciendo, como entran carreras y salen jóvenes”, enfatiza.
Tanto los docentes como las instituciones tienen como función esencial permitir que todos los sectores tengan acceso a la educación Superior, subraya Heiras Cota, pero ver a los padres de familia esforzarse para que sus hijos puedan estudiar una carrera profesional y que los alumnos aprovechen las clases y se conviertan en personas exitosas, es un suceso que sin duda brinda la mayor satisfacción como académico.
“Es entonces cuando pienso que vale la pena la función social que hace la Institución; ver alumnos de comunidades que se esforzaron junto a sus papás, que asistieron a clases a pesar de cómo estuviera el día para prepararse, ver estos resultados con mis propios ojos, me ha marcado sin duda”, reafirma.
A lo largo de cuatro décadas, el profesor de la Unidad Regional Sur precisa haber enfrentado fuertes retos como la actualización en las herramientas y métodos de enseñanza, pues la llegada de las nuevas tecnologías marcó una nueva tendencia: la digitalización de la información.
“Actualmente tenemos softwares para realizar tareas e investigar, que antes no existían; antes preparábamos las clases con base en la bibliografía de apoyo que nos marcaba el programa de la materia y los alumnos iban a las bibliotecas. Pero ahora descargamos libros y tenemos muchas herramientas para crecer, esa es la diferencia.
“Entonces el reto más fuerte es estar actualizado, porque uno como docente es reponsable de brindar la mejor calidad educativa a los estudiantes y si no nos actualizamos, nos quedamos muy por debajo de los mismos alumnos”, puntualiza.
Y en ese mismo sentido tecnológico, añade la educación no presencial como un último cambio que impacta en la pedagogía, porque a pesar de que es positivo para el intercambio de información a nivel nacional e internacional, no permite que el académico corrobore el aprendizaje del estudiante.
“La educación no presencial es interesante: ahorita la estamos utilizando de lleno por primera vez a raiz de la pandemia y es una herramienta donde usamos las plataformas que la Universidad tiene instaladas, pero en lo personal me gusta lo presencial porque ves al alumno directo y detectas si realmente aprendió o no aprendió, entonces debe estar equilibrado”, concluye.