Oivia Paredes
Desde pequeña, María Balvaneda Aréchiga Carrillo supo que su profesión debía estar enfocada en la docencia, pues soñaba con pararse frente a un grupo e impartir clases; sin embargo, estudió la carrera de Químico Biólogo y fue hasta el 25 de febrero de 1985 que su deseo de ser llamada profesora se cumplió.
La académica del Departamento de Ciencias Químico Biológicas y Agropecuarias en la Unidad Regional Sur (URS) de la Universidad de Sonora relató que durante los últimos 35 años ha dedicado su vida a la pedagogía en la alma máter, ocupación que le permitió vivir grandes cambios y avances en la educación y tecnología.
“Antes de ser docente trabajé en un laboratorio químico, pero se dio la oportunidad de entrar a la Universidad cubriendo a una maestra que se incapacitaría; siempre había tenido la inquietud de ser maestra, incluso pensé en estudiar en una Escuela Normal, pero al final estudié Química.
“Cuando entré a la Institución era con horas sueltas y recuerdo muy bien la primera vez que estuve en el aula, no estaba impuesta a tener tantos muchachos frente a mí, pero como todos, vencí el miedo de hablar y empecé a dar las clases. Ahí me fui formando, los primeros días preparaba las clases y le echaba muchas ganas para poder cumplir, que vieran que a pesar de ser nueva tenía todos los conocimientos”, reveló.
Aréchiga Carrillo indicó que a pesar de que el tiempo fue fortaleciendo su experiencia, siempre se fijaba como reto ser mejor para dejar huella en sus alumnos; quería que éstos la recordaran como una docente dedicada y no como una persona que sólo imparte clases porque recibe un sueldo.
“Tenía que prepararme y seguir estudiando, para luego poder atender a los muchachos; el reto que enfrenté era llegar a ser cada vez mejor, que fuera quedando una huella, porque no quería que me recordaran como una mala maestra, sino que mis estudiantes aprendieran, que no me tuvieran miedo y enseñarles todo lo que yo podía, y creo que lo he cumplido”, aseguró.
Son las evaluaciones que realizan periódicamente los jóvenes del campus Navojoa las que le brindan mayor satisfacción, destacó, pues en ellas ve reflejado el trabajo, esfuerzo y dedicación con la que ha desarrollado su profesión, para transmitir sus conocimientos a las nuevas generaciones.
“Es ahí donde los muchachos se expresan de uno como maestra, y ver que aprenden y entienden mi objetivo, me provoca una gran emoción; puedo decir que estoy muy contenta con lo que he logrado, porque verlos convertirse en profesionistas también es algo que me ha motivado todo este tiempo”, subrayó.
La académica de 63 años de edad puntualizó que durante su trayectoría en la máxima casa de estudios de los sonorenses ha vivido importantes cambios, tanto al interior de la Institución, como generales referentes a la tecnología, los métodos de enseñanza y las variantes de la educación.
“Cuando nosotros empezamos, en la extensión Navojoa había un Coordinador, ahora hay una Vicerrectoría; y no teníamos acceso a computadoras, sino que usábamos máquinas de escribir. Ahora es muy diferente porque cada quien tiene una computadora, un cubículo, una impresora y acceso a muchas más cosas”, señaló.
Asimismo, dijo Aréchiga Carrillo, la tecnología avanzó también en los materiales que se utilizaban para impartir las clases, pues los pizarrones de gis se convirtieron en pintarrones de marcador, y estos últimos evolucionaron a proyectores de presentaciones digitales.
“Y también está la infraestructura: por ejemplo, antes los laboratorios eran reducidos y como no teníamos cubículos, pasábamos mucho tiempo en ellos junto con los reactivos; ahora tenemos nuestras oficinas, con una computadora para uso de uno mismo, con instalaciones refrigeradas. Los cambios han sido muchos”, enfatizó.
La maestra María Balvaneda aseveró que el reto que viene para los nuevos docentes es muy fuerte, pues la información es cada vez más digitalizada y las clases menos presenciales, lo que llevará a la educación a ser virtual.
“Casi todo se va a llevar en línea, creo que para allá va esto de las nuevas tecnologías, porque hasta los cursos que antes venían y nos daban, ahora son en esta modalidad; y mucha gente en realidad no puede estar de manera presencial y se inscriben en línea.
“En nuestro caso los laboratorios tienen que ser presenciales porque es donde practican los muchachos, pero en las carreras que no hacen este tipo de practicas creo que se irá haciendo más virtuales y el reto también es para los muchachos y los que van a entrar”, reiteró.
En cuanto a la efectividad de la educación en línea, precisó que por una parte es positiva porque estaría al alcance de más personas, pero por otro lado se perdería la esencia de ir al aula y escuchar al docente.
“Pero entiendo que son otros tiempos. Hoy en día las escuelas están compitiendo mucho, hay mas universidades poniendo carreras en línea y creo que la Unison también tendrá que competir para conservar al alumnado”, concluyó.